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Jorge Pardo

Huellas

No todos los gatos son pardos ni todos los Pardos son Jorge. Ahí es ná. ¿Un buen disco de fusión flamenca? Bueno, están muchos de los que la inventaron... Me impactó, sí señor, ver a Jorge Pardo tan vital en el “make in off”, tan cargado de ilusión. Con ese afán perfeccionista, diciendo que el directo no se puede cambiar pero que el disco es susceptible de editarse para dejar bien plasmada la intención de tal o cual fragmento. Y es que las cosas son así, las ideas y las intenciones por delante. Luego ya se encargará el público de hacer su lectura. El resto es oficio. Lo único que no se aprende con el oficio del tiempo son las ideas. Y si alguien dice lo contrario no habla de creatividad sino de clichés. Huellas es un disco de jazz que habla en ese flamenco de Jorge. Un lenguaje único y particular creado con ese peculiar soplo de aliento que ya alimentó en “Dolores”. Un trabajo hecho con bajo presupuesto y caudal ilimitado de talento. La nómina de trueques es extensa y a base de “una tarde de tu tiempo por una tarde de mi tiempo”, de ese tiempo que una vez fue leyenda, se fue construyendo este doble disco con más de cincuenta músicos. Dieciocho temas que firma el propio Jorge y donde no deja de sorprendernos con nuevas vueltas de tuerca como “Chulo Miguel” entre las tres aguas del pasodoble, el bolero o los tanguillos, amen de otras joyas como un blues por bulerías. “Cuando escuchamos una música podemos sumergirnos en el sonido y conectarnos con lo más elevado o profundo, o darle vueltas a los mil y un sabores que alberga... Así, en la que a mí me sale seguramente puedes encontrar algún acorde de una sinfonía de Tchaikovsky, algún metal de la banda de mi pueblo, un quejío del Tío Borrico o una frase de Oliver Nelson o de Jimmy Hendrix...” Con este disco, Jorge Pardo continúa a día de hoy en la vanguardia más creativa y su particular lenguaje brota con tal naturalidad que parece hasta fácil. Un año en numerosos estudios de grabación quizá no sea el marco de trabajo más deseado, pero con ideas e ilusión parece natural. Desde luego sé que no es natural ni fácil pero las ideas son buen motor y la ilusión se contagia: Jorge nos volvió a meter en su mundo.